La 78ª edición de la Tomatina de Buñol ha congregado a más de 22.000 participantes en una batalla festiva que, además de llenar de color las calles, ha servido como catarsis colectiva frente a las heridas que dejó la DANA del 29 de octubre. La localidad valenciana ha transformado el dolor en una “terapia a tomatazos”, en un último miércoles de agosto que será recordado por la intensidad de su energía y por la ausencia de daños materiales.
Un total de 120 toneladas de tomates, procedentes este año de Extremadura y no aptos para el consumo, se han convertido en munición en manos de los asistentes, que en apenas unos minutos han cubierto de rojo las fachadas y el centro del municipio. A diferencia de la riada de hace casi diez meses, esta avalancha ha dejado intactos comercios, viviendas y patrimonio, aunque ha generado una marea de emociones difícil de olvidar para los presentes.
La Tomatina es hoy una fiesta internacional consolidada y controlada. Desde 2013 el aforo se mantiene limitado por motivos de seguridad, lo que ha reducido a la mitad la participación con respecto a décadas anteriores. El evento se desarrolla de forma estricta durante una hora, entre el disparo de dos carcasas: la primera a las 12:00 marca el inicio, y la segunda, a las 13:00, pone fin al lanzamiento.
El ambiente ha estado acompañado por el agua arrojada desde balcones y mangueras para preparar a los combatientes. El olor penetrante de la pasta de tomate se ha mezclado con los gritos, las bocinas de los camiones y la diversidad de lenguas entre los visitantes, que llegan cada año desde países como Holanda, India, Japón o Vietnam. El idioma importa poco: bajo la masa rojiza es casi imposible reconocerse.
En esta edición también se han visto banderas palestinas en balcones, camiones y puntos estratégicos del recorrido, en apoyo al pueblo palestino y en rechazo a la intervención militar israelí en Gaza. La iniciativa ha estado impulsada por Esquerra Unida, formación con larga tradición en el gobierno municipal de Buñol, aunque no en la legislatura actual.
Con un tiempo veraniego y sin incidentes destacados, la Tomatina ha concluido oficialmente a la una de la tarde. Justo después ha comenzado la minuciosa limpieza de calles y fachadas, un dispositivo tan eficaz y organizado que constituye en sí mismo otro espectáculo. Los participantes, mientras tanto, se han lanzado a buscar mangueras, duchas o depósitos de agua para deshacerse de los restos pegajosos y celebrar el cierre de una jornada que, como cada año, recorrerá el mundo en imágenes.
