Madrid vivió una jornada caótica este domingo con la suspensión de la última etapa de la Vuelta a España debido a protestas pro-Palestina que se desarrollaron en pleno recorrido final. Decenas de manifestantes rompieron vallas y ocuparon calles como la Gran Vía, el Paseo del Prado y Atocha, lo que obligó a los organizadores a detener la carrera a unos 50 kilómetros de la meta. Según informó RTVE, las fuerzas antidisturbios intervinieron con cargas y material de contención para intentar dispersar a los concentrados, mientras que la agencia EFE reportó un balance de 22 policías heridos en los enfrentamientos.
La protesta tenía como objetivo principal denunciar la participación del equipo Israel-Premier Tech en la ronda española, en el contexto de la guerra en Gaza. Las movilizaciones habían sido anunciadas en días previos y el despliegue policial fue especialmente intenso en el centro de Madrid. Sin embargo, la magnitud de los bloqueos hizo imposible garantizar la seguridad de los ciclistas en el tramo final.
La organización decidió suspender tanto la llegada en Cibeles como la tradicional ceremonia de podio, que no llegó a celebrarse. Pese a ello, la clasificación general se mantuvo intacta y el danés Jonas Vingegaard fue confirmado como vencedor de la Vuelta 2025, tal y como recogió la agencia Reuters. De esta forma, la edición cerró con un desenlace inédito que eclipsó el aspecto deportivo.
El incidente generó fuertes reacciones políticas. El líder del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, acusó al Gobierno de haber permitido “un ridículo internacional” por no garantizar la seguridad del evento, mientras que la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, defendió el derecho a la protesta y calificó la movilización como una lección de humanidad ante la tragedia en Gaza, según destacó RTVE. El episodio abre un debate sobre la convivencia entre grandes acontecimientos deportivos y la protesta social en el espacio público.
