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miércoles, diciembre 3, 2025

Inundaciones en Catarroja: calles anegadas y garajes afectados tras la DANA

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Inundaciones en Catarroja tras lluvias intensas: calles anegadas y garajes afectados. A las 11:00 llueve ligero pero persistente. Recomendaciones y seguimiento.

Las fuertes lluvias asociadas a la DANA Alice han vuelto a poner a prueba a Catarroja. Durante la madrugada y primeras horas de la mañana, el municipio ha registrado alrededor de 40 l/m². Mientras tanto, en el entorno de València capital el acumulado ha alcanzado hasta 45 l/m². El episodio no ha sido tan intenso como otros temporales recientes. Sin embargo, ha bastado para anegar calles, colapsar imbornales y llenar de agua garajes y sótanos en varios puntos del casco urbano y las urbanizaciones del término. A media mañana la precipitación ha perdido intensidad. Aunque se ha mantenido de forma persistente, esto dificulta las labores de achique y el retorno a la normalidad en las zonas más bajas.

En los aparcamientos subterráneos, el agua ha subido con rapidez y ha obligado a retirar vehículos a la carrera. Por algunas fincas, los vecinos han improvisado barreras con sacos, tablones y toallas para frenar la entrada del agua desde las rampas. En otras, las bombas comunitarias han funcionado al límite de su capacidad. Sin embargo, resultan insuficientes cuando las rejillas de desagüe ya llegaban saturadas de hojas y arrastres. En la vía pública, los charcos se han transformado en auténticas balsas que invitan a la precaución. Coches levantan olas a su paso, tapas de alcantarilla burbujean y pasos de cebra están escondidos bajo una lámina turbia. Esto hace difícil calcular la profundidad. El vecindario conoce bien estos puntos críticos: cruces con ligera depresión, calles que confluyen en pendiente y tramos próximos a barrancos entubados o a antiguas acequias.

El fantasma del 29 de octubre

Más allá de los, esta vez leves, daños materiales el episodio ha reactivado un sentimiento que permanece latente desde la madrugada del 29 de octubre. Fue entonces cuando la anterior DANA golpeó con virulencia a toda l’Horta Sud. “Cada vez que escuchamos truenos, no dormimos”, resume una vecina que vive en un semisótano y que todavía está lidiando con las reformas de entonces. Ese miedo colectivo se traduce en rutinas automáticas. Se trata de subir los coches a zonas altas, desconectar cuadros eléctricos y colocar toallas en las juntas de las puertas. También vigilan desde el balcón el nivel del agua en la calle. Las redes de mensajería de las comunidades arden con mensajes de aviso, peticiones de ayuda y fotografías. Estos intentan medir el riesgo minuto a minuto.

La comparación con el 29-O ha devuelto al debate público una cuestión que lleva meses sobre la mesa: la falta de inversiones estatales para recuperar y modernizar infraestructuras clave. Los ayuntamientos de la comarca han avanzado reparaciones urgentes y soluciones de contención. Sin embargo, existen actuaciones de mayor escala que exceden la capacidad inversora municipal. Estas requieren la implicación del Gobierno central y de los organismos competentes en cuencas y drenajes estructurales. Sin esa financiación, lamentan las asociaciones vecinales, Catarroja sigue “parcheando” mientras espera obras que permitirían amortiguar episodios como el de hoy. Sobre todo, servirían para reducir el tiempo de recuperación después de cada temporal.

Una sensación de «fatiga acumulada»

La sensación, entre muchos residentes, es de fatiga acumulada. Quien no ha terminado aún de pagar una caldera nueva ahora teme que el agua vuelva a rozar la puerta del cuarto de máquinas. aquellos que rehicieron el suelo del trastero en noviembre, hoy saca otra vez cajas empapadas. Quien cambió el coche, aparca ya sistemáticamente en la cota más alta del barrio, por si acaso. Los comercios de planta baja también vuelven a activar sus protocolos: plásticos sobre enchufes, elevación de mercancía, canceles en accesos y revisión de desagües interiores. Además, los centros educativos cercanos a puntos de acumulación revisan patios y accesos. Así deciden si aplazan actividades al aire libre.

Mientras tanto, el día a día obliga a convivir con medidas de resiliencia doméstica. Se utilizan válvulas antirretorno en desagües de sótanos, pequeñas barreras desmontables en puertas de garaje y sensores de nivel con avisos al móvil. También crean listas de comprobación por comunidad y acuerdos para adquirir bombas portátiles compartidas. Ninguna de ellas es la solución definitiva, pero ayudan a ganar minutos preciosos cuando el agua empieza a subir. En paralelo, la ciudadanía reclama campañas de mantenimiento preventivo reforzadas. Estas incluyen la limpieza de imbornales antes de episodios previstos, retirada de hojas en calles arboladas y revisión de puntos de estrangulamiento. Además, solicitan una comunicación clara y coordinada. Esto permitiría anticipar decisiones y reducir riesgos.

Medidas ciudadanas contra inundaciones

El episodio de hoy deja, de nuevo, la misma fotografía: calles convertidas en ríos improvisados. Motos apoyadas en la pared para que no vuelquen con la ola de los coches, ascensores detenidos por seguridad y comunidades enteras pendientes del parte meteorológico. La lluvia, aunque más débil conforme avanzaba la mañana, ha seguido cayendo lo suficiente como para mantener la tensión en los puntos más sensibles. La pregunta que sobrevuela la comarca de l’Horta Sud es conocida: ¿cuánto falta para que las grandes obras lleguen y el municipio pueda mirar a las tormentas sin revivir la angustia del 29 de octubre? Hasta que la respuesta llegue con hormigón, colectores y tanques de tormenta, cada episodio como el de hoy seguirá midiendo la brecha entre lo urgente y lo importante, entre las soluciones de emergencia y las inversiones que, según insiste el vecindario, deben impulsar de manera decidida las administraciones superiores.


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