Jorge Soriano, jefe del Parque de Bomberos de Sagunto que estuvo en el Puesto de Mando Avanzado (PMA) de la Reva durante la DANA del 29 de octubre de 2024, asegura que la sensación era de colapso y que resultaba difícil dar prioridad a todas las emergencias que llegaban.
Explica que ese día estaba de refuerzo por fenómenos meteorológicos adversos: la alerta pasó de naranja a roja y, aunque en la zona norte había tranquilidad hasta mediodía, la tormenta se desplazó de sur a norte. Con los primeros rescates comprendió que la situación se complicaba en Utiel y que sería necesario reordenar recursos sobre la marcha.
Por la tarde fue movilizado al polígono El Oliveral, en Riba-roja, porque había personas aisladas por el agua, y después a Turís, donde se registró el récord de lluvia con más de 770 litros por metro cuadrado. No pudo llegar a ese destino por los cortes y anegamientos en las vías.
Por la urbanización El Bosque ya no pudo pasar ni hacia adelante ni hacia atrás. Relata que rescató a una persona de su vehículo cuando estaba a punto de ser arrastrada. Deshizo el camino y regresó a la A-3 para intentar llegar a Turís por la CV-50, pero al llegar al barranco de Pelos el agua sobrepasaba en un metro la carretera y quedó atrapado junto a dos autobuses y varios coches, con la lluvia en aumento.
Solicitó medios, pero los apoyos se fueron encontrando rescates sucesivos en la A-3 y en los polígonos de la Reva y el Oliveral, además de la zona comercial de Bonaire. Cuando alcanzaron su posición, el nivel del agua en el barranco ya había bajado.
En esa zona se contabilizaron entre 40 y 50 coches. Sacaron a gente de los vehículos, llenos de barro y ramas, y la trasladaron a un punto más seguro, un Consum antes de llegar a El Bosque. Asegura que acabó a las cinco de la mañana, gestionando la afluencia de unas 150 personas: muchas fueron llevadas a sus viviendas y una veintena quedó a cargo de responsables del supermercado hasta la mañana siguiente.
PMA durante mes y medio
Montaron el PMA en la Reva, donde ya actuaban la UME, la Policía Local de Riba-roja y la Guardia Civil. Inicialmente fue un despliegue precario que se fue fortaleciendo con mejores ubicaciones, instalaciones y más personal. Se siguió la evolución de la emergencia hasta mes y medio después, cuando el dispositivo se desmontó y se unificó en la zona de Paiporta.
Impacto visual y colapso de información
Soriano rememora el impacto visual del primer recorrido desde el parque de Paterna hasta la Reva: por la A-3 solo se podía avanzar en zigzag, con camiones a ambos lados, escombros, ramas, árboles y hasta traviesas de guardarraíles invadiendo la calzada. Dice que le daba la sensación de estar en una zona de guerra y que, al llegar al polígono, todo estaba destrozado: las calles habían desaparecido, las naves estaban arrasadas en materiales y empezaba a notarse el olor del barro y de los productos deteriorados.
Lo que más recuerda de la gestión es el colapso de información y la saturación en el PMA. Llegaban multitud de avisos mientras debían realizar batidas en explotaciones de naranjos por si había víctimas. Señala que la solicitud de datos para actuar les avasallaba y que, al incorporarse a gestionar a primera hora, el listado de tareas hacía muy difícil establecer prioridades: desde quien no localizaba a un familiar hasta alcaldes que pedían habilitar accesos en plena cosecha de la naranja. Aunque había muchos medios, concluye, la simultaneidad y la dispersión de emergencias complicaban la priorización.






