La iglesia de los Santos Juanes de València, una joya del arte gótico declarada Monumento Histórico Artístico Nacional en 1947, ha recuperado su antiguo esplendor tras una actuación de cinco años que ha permitido la renovación integral de su estructura y la restauración de los frescos del pintor Antonio Palomino.
La intervención ha sido realizada por el Instituto de Restauración del Patrimonio (IRP) de la Universitat Politècnica de València (UPV), bajo la dirección de Pilar Roig, y el estudio de arquitectura de Carlos Campos -responsables también de la restauración de la iglesia de San Nicolás, considerada la «Capilla Sixtina» valenciana-, y el mecenazgo de la Fundación Hortensia Herrero, que ha invertido 8,2 millones de euros en estos trabajos.
La actuación ha permitido que la parroquia «adquiera su antiguo esplendor» y que «el triángulo histórico formado por la Lonja, el Mercado Central y los Santos Juanes, que en los siglos XVII y XVIII era el centro neurálgico comercial, ahora vuelva a estar completo y vivo», ha señalado Herrero durante la presentación esta mañana de la restauración a la prensa, horas antes de su reapertura al público.
Intervención arquitectónica
Los trabajos de restauración arquitectónica, dirigidos por el arquitecto Carlos Campos y ejecutados por la empresa Estudio Métodos de Restauración (EMR), han permitido subsanar deficiencias estructurales y devolver el carácter original al edificio, así como la renovación de la iluminación.
Campos ha explicado que tras el incendio de 1936 la parroquia quedó en un estado «pésimo» y se intentó recuperar unas mínimas condiciones para su uso.
La obra de restauración ha tenido como objetivo completar los trabajos anteriores en el interior y exterior con una rehabilitación integral, que permite abarcar la importancia del templo a nivel artístico de pintura y escultura y envuelto por una arquitectura «heterogénea que refleja su propia historia», según el arquitecto.
En paralelo a los trabajos arquitectónicos se ha intervenido en la restauración pictórica, con la recuperación de los frescos de la bóveda, obra del pintor Antonio Palomino, además de la renovación de revestimientos en el interior del templo, a cargo de la catedrática Pilar Roig, profesora del departamento de Conservación y Restauración de Bienes Culturales de la UPV e investigadora del Instituto Universitario de Restauración del Patrimonio.
En total, han sido cerca de 90 expertos y expertas de la UPV los que han formado parte de esta intervención, al que le han dedicado en total más de 80.000 horas de trabajo.
Intervención pictórica y ‘videomapping’
La intervención pictórica, escultórica y ornamental, llevada a cabo por el Instituto Universitario de Restauración del Patrimonio de la UPV, se ha basado en más de 30 años de investigaciones.
«Ha sido todo un reto y es casi un milagro que hayamos podido salvar a Palomino después de los incendios terribles de 1936», ha señalado Pilar Roig, quien ha detallado que los trabajos de restauración han sido «muy respetuosos con la memoria histórica», «creando una armonía» respetuosa con el patrimonio histórico.
El proyecto ha abordado la intervención efectiva de la totalidad del conjunto mural de Palomino, abarcando una superficie de 350 metros cuadrados distribuidos en 85 paneles, junto con 8 lunetos y la recreación mediante ‘videomapping’ de las pinturas desaparecidas del cascarón del presbiterio.
La reintegración pictórica ha combinado el retoque tradicional con la transferencia de imágenes virtuales impresas, obtenidas a partir de la rectificación y coloreado digital de la fotografía de J. Alcón, anterior al incendio de 1936.
Como colofón a la restauración, la Fundación Hortensia Herrero ha presentado un proyecto de proyecciones inmersivas ‘Barroc Immersive’, una experiencia que transforma el templo en un espacio de luz, sonido y narrativa audiovisual y ofrece una lectura coherente del esplendor barroco.






