sábado, 27 julio 2024

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La acusada de matar a su pareja con laxantes afirma que falleció de una infección en una aguja de la vía

La mujer, que se enfrenta a 28 años de cárcel, afirma que los laxantes eran para ella y que nunca se los administró

La acusada de matar su pareja tras presuntamente suministrarle grandes cantidades de laxantes ha negado este lunes los hechos en el juicio que se sigue desde hoy contra ella por un jurado popular –“Yo no lo he hecho, los compraba para mí“, ha declarado– y ha mantenido que él falleció de una infección en la aguja de la vía que le pusieron en el hospital para administrarle comida. Asimismo, ha afirmado que “tenía su autorización” para usar sus cuentas bancarias.

La mujer, de 49 años cuando inició la relación, está acusada de administrar en verano de 2020 a su pareja, Salvador, un viudo de 68 años que tenía diagnosticados varios trastornos médicos, laxantes sin que él lo supiera. El paciente fue ingresado en septiembre del mismo año y pasó cuatro días en la unidad de cuidados intensivos. Al volver a casa, Mari Carmen, según el relato fiscal, continuó dándoselos, lo que provocó un nuevo ingreso en el que siguió administrándolos a pesar de que era consciente que podían causarle la muerte. Durante el tiempo de hospitalización hasta su muerte llegó a comprar más de mil comprimidos de Dulcolaxo, más de 500 unidades de Evacuol y otras 500 de Seguril.

La víctima desarrolló una diarrea crónica funcional y refractaria a cualquier tratamiento y una deshidratación y deterioro progresivo hasta que falleció el 16 de abril de 2021 por un shock séptico severo causado por “las complicaciones secundarias al cuadro diarreico que presentaba provocado por la acusada por la administraciones continuada de laxantes”.

Además, entre octubre de 2020 y hasta la muerte del hombre, la procesada habría realizado hasta 152 extracciones de dinero de cuentas corrientes de la víctima y compras con tarjetas de crédito del hombre por valor superior a los 120.000 euros. También habría solicitado dos créditos a nombre del enfermo, que habría suscrito telefónicamente simulando la intervención del hombre.

Por esos hechos, la Fiscalía pide inicialmente un total de 28 años de prisión –23 años por el delito de asesinato y otros cinco años y tres meses por estafa y falsedad–, así como el pago de 30.000 euros a cada uno de sus dos hijos. Por su parte, las acusaciones particulares, que representan a los hijos del fallecido, elevan la petición de pena a 31 años y la defensa solicita la libre absolución.

El fiscal ha señalado que Salvador estaba “económicamente bien situado” y aunque “delicado” –tenía reconocida una incapacidad permanente, padecía de diabetes y había sufrido infartos cerebrales– llevaba “una vida apacible y con calidad óptima”, al contrario que la acusada, 19 años menor y a la que “no le constaba trabajo remunerado ni ingreso propio”.

Así, ha afirmado que en el hospital le hicieron todo tipo de pruebas para determinar la causa y paliar la diarrea, pero “no lo averiguaron porque no sabían que le estaban dando laxantes mortales: sin diarrea no hubiera habido un fallo multiorgánico y sin laxantes no hubiera habido diarrea”. Ha asegurado que la acusada “tuvo suerte con su plan” porque “estos productos son muy difíciles de detectar porque rápidamente se eliminan”.

Por su parte, las acusaciones particulares han señalado que la mujer primer “aisló familiar y socialmente” a su pareja y cuando ya estaba en esta situación “de desprotección le suministró los laxantes que acabaron con su vida y le vació las cuentas”. Es más, ha asegurado que “no es la primera vez que lo hacía: Con una anterior pareja hizo lo mismo y los repitió con una tercera persona”. “Es una absoluta depredadora”, han mantenido.

“PELÍCULA DE FICCIÓN”

Por contra, la defensa –del turno de oficio porque asegura que su representada no tiene dinero para pagarse una particular– ha señalado que su defendida “ha sido prejuzgada en los medios por una versión torticera de la acusación”: “Sería muy buena película, no se basa en hechos reales, son absoluta ficción”. “Mari Carmen entra en una familia adinerada sin ella tener apenas economía y con sus hijos, Salvador les paga todo y su familia era tan ambiciosa que jamás lo podrá asumir”, ha recriminado.

Por su parte, la acusada, que solo ha contestado a su abogada, ha asegurado que estaban muy enamorados, incluso él le pidió matrimonio cuando estaba hospitalizado. Comenzaron a vivir en su casa, pero el 14 de marzo de 2020, cuando se decretó el confinamiento por la pandemia, se decidieron mudarse a casa de él en La Canyada. En una casa anexa en el mismo terreno vivía la hija de Salvador y su nieta.

Mari Carmen ha definido a Salvador como un hombre de carácter fuerte –su frase era ‘Si lo digo yo, es’, asegura que decía-–, que iba a terapia por los problemas de alcoholismo, que fumaba más de dos paquetes diarios, no llevaba un alimentación correcta y no bebía agua ni para las pastillas, pero sí muchas bebidas dulces aunque estaban contraindicadas, incluso en el hospital se bajaba a las máquinas a por ellas. “Por supuesto, yo se lo desaconsejaba, pero no podía obligarle y más con el carácter que tenía”, ha afirmado.

Cuando le ingresaron por primera vez, ha dicho que ya tenía diarreas y que “se enfadó un poquito porque le dieron el alta”. Ingresó una segunda vez por “una bajada de tensión” y ha afirmado que “los propios médicos le dieron laxantes porque no iba al baño”. Además, ha explicado que como era “muy difícil” controlarle la alimentación le pusieron una vía. La infección de la aguja, ha señalado, fue lo que le provocó la sepsis que acabó con su vida.

Mari Carmen ha afirmado que desde los 17 años toma laxantes y que aumenta su ingesta cuando está nerviosa, como durante el ingreso de Salvador, por lo que han dejado de hacerle efecto. Los compraba en una farmacia de Paterna, que le advirtieron que este elevado consumo era peligro. Ha recalcado que nadie le vio darle laxantes ni el hospital sospechó de ella porque “nunca” lo ha hecho –ha dicho que las pastillas no se disuelven y él era reacio a tomar incluso sus medicamentos y que ella se bebía los botes enteros que tienen un sabor muy dulce– y que en el informe toxicológico no había restos.

“HE SALIDO PERJUDICADA”

Asimismo, ha declarado que mientras estuvo ingresado sacaba dinero de las tarjetas de Salvador con su consentimiento para seguir pagando al personal de la casa y las compras necesarias, también para ella: “Él era muy caprichoso y un comprador compulsivo, procuraba que tuviera lujos, pero siempre con su consentimiento”. Además, ha asegurado que revisaba a diario todas las transacciones en el móvil de ella. De hecho, ha señalado que con su muerte ha salido perjudicada: “Ha sido una ruina sentimental y económica“.

Mari Carmen ha asegurado que Salvador con su hija no se llevaba bien y fue en una reunión familiar en la que se decidió que “por bien de ambos que ella se marchara de casa con la nieta” y con su hijo se llevaba mejor. Ha testificado que ella no prohibió que recibiera visitas en el hospital, pero que Salvador no quería. Incluso actuó de intermediaria para que la hija se quedara. Asimismo, ha mantenido que los hijos tenían “celos” y que Salvador cambió el testamento y se lo dejó todo a los nietos con un albacea.

En la vista ha declarado una instructora de la Policía Nacional, que ha confirmado por los tickets “la compra abusiva” de laxantes, a veces hasta dos en el mismo día, durante el tiempo en que Salvador estuvo ingresado. Además, ella mandaba a la asistenta con efectivo a adquirir más. Asimismo, ha declarado que en las conversaciones telefónicas intervenidas se demuestra que era “muy amable”, mientras que ella “nunca ha dicho la verdad” a sus amigos y que durante el tiempo que estuvo ingresado no pudo controlar sus cuentas porque no usó el teléfono.

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