¿Qué nos fascina de los rostros y las actitudes de estos jóvenes y adolescentes asiáticos? Son reales e irreales al mismo tiempo, parecen sacados de un videojuego o generados por inteligencia artificial.
“Lo que nos atrae, lo que nos seduce es que son el futuro”, asegura Sema D’Acosta, comisario de la exposición,” es un retrato de la sociedad que está por venir, un mundo de referencias asiáticas”.
Miguel Trillo, el autor de esta muestra que puede visitarse hasta el 18 de junio, nos sitúa frente a imágenes inquietantes, como de ciencia ficción, y otras veces tiernas y realistas hasta el documentalismo. El fotógrafo se recorrió durante veinte años las principales ciudades de Asia captando el modo de vivir, de divertirse y de vestirse de estos jóvenes que habitan el continente más poblado y diverso del mundo.
“Asia es el continente más moderno, es algo gigantesco, tiene una marcada personalidad cultural y una gran potencia económica”, nos dice Miguel Trillo, que recaló por primera vez en Manila, y de ahí recorrió las principales ciudades de Asia. “Para mí el principal foco es Tokio, y el repetidor es Seúl. En Japón las jóvenes se visten para salir a la calle como si fueran a un salón de comic “Manga”, la imagen es lo primordial, la cultura juvenil es internacional y está por encima de los regímenes políticos”.
Trillo encontró un verdadero paraíso visual en estas ciudades y estos jóvenes, mucho más rompedores y atrevidos que los jóvenes occidentales, encorsetados en las estéticas de las diferentes tribus urbanas, menos dispuestos a arriesgar.
“Salen con esas pintas porque saben que su comportamiento y su proyección tiene un gran componente visual” nos dice Miguel Trillo,” y las redes sociales les han dado el ámbito perfecto, han hecho desaparecer al fotógrafo filtro, al intermediario que les retrataba, ahora ellos tienen el menú donde eligen sus componentes, e incluso se hacen las fotos directamente en el salón de su casa”.
La cámara de Trillo ha captado la efervescencia urbana de esta nueva generación en las calles de Shanghái, Kuala Lumpur, Singapur, Bangkok o Ho Chi Min. En todas estas urbes las pantallas se multiplicaban y los jóvenes se convertían en los auténticos protagonistas y en verdaderos maestros en el arte de llamar la atención.
“Miguel Trillo sigue siendo un fotógrafo documental”, incide Sema D’Acosta,” no inventa nada, está registrando la realidad, y sus imágenes forman parte de un mosaico, está hablando de la sociedad y de la cultura de estos tiempos, está mostrándonos el sentimiento de la identidad juvenil”.
En esos adolescentes que se pintan los pelos de colores y se ponen ropas fluorescentes, que pasan sus horas en centros comerciales o en las calles de los barrios marginales, Trillo ha encontrado un código rompedor. Ahí sufrió una especie de deslumbramiento. Se dio de frente con una cantidad inverosímil de modelos cuya imagen viajaba globalmente de forma instantánea gracias a la tecnología y a la continua conectividad que supone Internet, las redes sociales y los Smartphone.
“En cualquier caso, mi fotografía es documental y antropológica”, sostiene Miguel Trillo,” y hay un componente estético. En mi fotografía existe la palabra, hay dialogo, las personas están posando, hay un componente de activismo, la persona quiere ser fotografiada, milita en su estética”.
