Un estudio de la Universitat Politècnica de València (UPV) y el CSIC, en colaboración con el Ayuntamiento, ha identificado los accesos norte y oeste de la ciudad como los más contaminados por el tráfico rodado. En concreto, las zonas de Avenida dels Germans Machado y Avenida de Catalunya al norte. Además, también la Avenida del Cid y entrada por Tres Forques al oeste, concentran los niveles más altos de emisiones contaminantes en toda la ciudad.
La investigación, liderada por el Instituto ITACA de la UPV junto con el Instituto de Física Corpuscular (IFIC), ha desarrollado una metodología pionera. Esta permite medir con alta precisión las emisiones generadas por el tráfico hora a hora y calle a calle. Así, cubriendo zonas donde no existen estaciones de control de aire.
Un sistema innovador para medir las emisiones urbanas
El nuevo sistema cruza datos de más de 3.500 espiras electromagnéticas distribuidas por València, que registran el paso de vehículos, bicicletas y patinetes. Además, se combinan con modelos internacionales de emisiones. Esto permite detectar los puntos críticos de contaminación con una resolución temporal y espacial sin precedentes.
Según el análisis, en 2021 el tráfico rodado en València generó más de 600.000 toneladas de gases de efecto invernadero. Además de contaminantes como óxidos de nitrógeno, monóxido de carbono, partículas en suspensión y compuestos orgánicos volátiles.
“El modelo nos permite simular qué medidas tienen mayor impacto en la reducción de emisiones. Además, podemos actuar donde más se necesita, incluso en calles sin sensores”, explica Edgar Lorenzo Sáez, investigador de ITACA-UPV.
El efecto real de los carriles bici y otras medidas
Una de las aplicaciones del sistema ha sido evaluar medidas de movilidad sostenible. Por ejemplo, al transformar un carril de tráfico en un carril bici en la avenida Reino de València, las emisiones se redujeron más de un 45% en las horas punta. Este nivel de precisión permite analizar si ciertas intervenciones desplazan la contaminación a otras zonas u horarios. Así, se evitan injusticias ambientales.
El sistema también ha detectado una reducción progresiva de emisiones entre 2016 y 2021. Hubo caídas superiores al 30% en gases como el monóxido de carbono. Esta mejora se relaciona con la caída de vehículos diésel y el aumento, aún moderado, de híbridos y eléctricos.
Planificación de zonas de bajas emisiones más justa y eficaz
Este modelo, financiado por la Agència Valenciana de la Innovació dentro del proyecto AVI AirLuisa, facilita planificar zonas de bajas emisiones más eficaces. Se priorizan áreas sensibles como centros escolares o sanitarios. “Con esta herramienta podemos evitar que las soluciones trasladen el problema de un barrio a otro”, apunta Javier Urchueguía, catedrático de la UPV.
