El diputado de Compromís en Les Corts Valencianes Juan Bordera, uno de los 21 activistas españoles de la Flotilla Global Sumud, asegura que en los últimos días ha vivido una pesadilla durante su retención en Israel.
Explica que fue liberado tras firmar un documento en el que aceptaba que su entrada en el país fue ilegal. Pese a lo ocurrido, afirma que volvería mañana sin dudarlo, lo que subraya que mantiene su compromiso con la iniciativa en la que participaba.
Según su relato, durante la custodia sufrieron daños físicos y psicológicos. Describe golpes —a él en las costillas—, privación del sueño, armas apuntándoles y perros a punto de ser lanzados contra personas encerradas en lo que califica como habitaciones inhumanas.
Asegura también que se les proporcionó comida caducada y agua no potable, un contexto que, afirma, buscó desgastarlos y generar miedo permanente.
Denuncia de trato degradante
Bordera sostiene que les trataban como animales y que algunos custodios presumían de ello con expresiones como ‘como sois animales no necesitáis doctores’. Dice que temieron por su vida en varios momentos y que la experiencia dejó secuelas que necesitarán atención. Los hechos que describe apuntan, a su juicio, a un trato degradante durante la custodia y a condiciones incompatibles con un estándar mínimo de dignidad.
Además, denuncia que la respuesta y la atención consular fueron absolutamente insuficientes. A su entender, la falta de acompañamiento les dejó desprotegidos en un contexto de alta vulnerabilidad, cuando suele esperarse intermediación, seguimiento y asistencia básica para garantizar derechos y condiciones dignas.
La liberación se produjo, según explica, tras firmar un documento en el que aceptaban que su entrada en Israel había sido ilegal. Esa firma actuó como condición para salir de la custodia y poner fin a la retención, aunque no evitó las consecuencias de los días previos ni la sensación de indefensión que describe.
Pese a la pesadilla que narra, su decisión de volver mañana refuerza la idea de que el objetivo que motivó su participación sigue vigente para él. Su testimonio previsiblemente reabre el debate sobre los límites y protocolos en retenciones de activistas y sobre el papel de la diplomacia cuando ciudadanos españoles quedan bajo custodia en el extranjero.






