Con apenas un mes de vida, La Favorita se ha convertido en punto de encuentro de los vecinos y vecinas de Alboraia, por supuesto, por su cuidada oferta gastronómica y, además, por la exposición de fotos antiguas de la localidad que atesora en sus paredes.
Nos citamos con Pedro, uno de los responsables y orgulloso “vecino de toda la vida de El Palmaret” una mañana de julio en el nuevo local abierto en la popular avenida de la Orxata (Alboraia) para que nos cuente todos los detalles de esta iniciativa. De la amplia barra no paran de salir desayunos, almuerzos y cafés que iluminan las mesas de los y las asistentes a este local cuyo principal objetivo es “dejar recuerdo”.
Si La Favorita tuviera un ‘leit motiv’ seguramente sería, tal y como nos asegura Pedro: “Volver a retomar el tiempo con la gente cercana”. Este coincide además con uno de los objetivos de esta exposición de fotos: “Reivindicar y poner en valor esa vida de barrio”.
“Jugar en la calle, estar a la fresca… esas costumbres han cambiado, no existen. Y queremos ponerlas en valor”. A Pedro se le iluminan los ojos hablando de ese tiempo pasado, casi tanto como enumerando después las delicias que se pueden encontrar en el recién inaugurado local.
“Al final se trata de saber de dónde venimos, cómo era el barrio y cómo ha cambiado”, apunta Pedro durante la conversación. La acogida por parte de los vecinos y vecinas de la zona ha sido buenísima. Tanto que ahora mismo ya tienen imágenes antiguas en stock para ampliar la exposición y hacer las delicias de los nostálgicos de esa vida de barrio.
Homenaje a El Palmaret
Durante la reforma del local ya les surgió la idea a Pedro y su socio, el fotógrafo Javier Zapata, y decidieron comenzar a “picar a la puerta” de la gente y pedir ese tipo de fotos, imágenes o recuerdos que estuviera relacionados con sus padres, abuelos o con quien fuera del barrio de siempre… “Hubo gente que en seguida sacó más de 7 álbumes con fotos antiguas”, señalan.
La exposición recopila, por ejemplo, fotos de la familia de ‘El Pesca’, “un hostelero muy conocido en la zona, uno de los primeros horchateros de la zona. ¡Todo el barrio lo conocía!”. También imágenes de la Tía Amparo y el Tío Pepe, quienes abrieron el primer ultramarinos del barrio, que por supuesto “evocan el recuerdo de un sabor o de un olor”.
Otra de las protagonistas de la exhibición es María Caragol, “otra de las iaias de todos y todas, dueña de la alquería donde se gestó la falla de El Palmaret. En su vaquería se hacían las cenas, cine, jugábamos al bingo…”, recuerda con añoranza Pedro. También hay fotos de la falla del barrio, ya que antiguamente todo el mundo formaba parte de alguna manera y aportaba su granito de arena.
La idea, por tanto, según apunta Pedro es: “Tratar de entender cómo ha cambiado todo el barrio y contárselo a la gente que ha venido ahora a vivir por estar tan cerca de Valencia”. Esta esencia la han transmitido al local. Entre una decoración cuidada y elegante encontramos servilleteros con su botecito para los palillos y un bote de sal “iguales a los que tenía el Bar Manolo hace 50 años”.
“Todo tiene su porqué”, apunta rápido Pedro. “Queremos transmitir que somos el barrio. Queremos despertar esos recuerdos en la gente y esa sensación de unidad. También en la carta. La hostelería del barrio había perdido un poco la esencia. Antes los dueños eran gente del barrio, ahora son cadenas o gente que tiene varios negocios… tiene menos raíces y espíritu de barrio”.
Tradición y modernidad en los fogones
“Sabores que te trasladan en el tiempo” define la apuesta gastronómica de La Favorita. Todos los bocadillos tienen nombres muy particulares: El ‘Ché que bo’, ‘Traca’, ‘Palmaret’, ‘El Miracle’… dónde producto de proximidad y calidad definen el resultado.
Por supuesto, algunos de esos personajes protagonistas de la exposición forman parte, de alguna manera de la carta de La Favorita. Por ejemplo, los clientes pueden optar por ‘El Pesca’ (Bocadillo de calamares rebozados con mayonesa, como no podía ser de otra manera) o ‘La Tía Amparo’ (Tortilla de sobrasada y brie con bacon).
La parte de tradición viene de la mano de las tapas clásicas (e imprescindibles): bravas, morro, calamares, clòtxinas valencianas o tellinas… que se unen con esas menos locales pero que del mismo modo forman parte del imaginario colectivo de los bares de siempre: zarajos, riñones al jerez o sangre encebollada.
Además, siempre tienen un plato del día, que habitualmente es un arroz: al horno, paella valenciana, etc. Al final, Pedro lo tiene claro: “Somos la referencia a la vuelta a los valores del barrio, en todo”. Un capítulo a parte merecen los postres. Aquí es donde casan a la perfección y se unen la tradición y la modernidad, con apuestas como: el Tiramisú de orxata (con orxata y fartons), la torrija de leche merengada o la Corona de Alboraia (postre típico de la zona que antiguamente se preparaba sólo para celebraciones importantes, como bodas o comuniones).
Una cita imprescindible, por tanto, para los amantes de la buena cocina, la cultura y los y las que busquen un rato de estar con los amigos, vecinos y familia alrededor de una mesa. Sobremesas eternas compartiendo tiempo y delicias, rodeadas de imágenes y recuerdos de antes que forman parte de la idiosincrasia y el saber hacer hacer de un barrio, un pueblo o, en general, que conforman un estilo de vida: la vida de barrio
