El día de ayer, Valencia ha sido testigo de la emocionante procesión en honor a Sant Jordi, una festividad que recorre los rincones más emblemáticos del centro histórico de la ciudad. Esta procesión no solo es un evento cultural de gran relevancia, sino también un acto de recuperación histórica llevado a cabo por el Centenar de la Ploma, una entidad que ha trabajado incansablemente para devolverle a Valencia sus tradiciones olvidadas durante más de tres siglos.
La procesión de Sant Jordi comparte su importancia con la celebrada cada 9 de octubre, ambas revividas por el Centenar de la Ploma en el año 2019. La de ayer, sin embargo, tiene un significado especial, ya que conmemora la valentía y el espíritu de lucha del santo capadocio, un héroe que es parte integral del folklore y la identidad valenciana.
El evento comenzó a las 19:15 horas cuando la Real Senyera, perteneciente al Colegio del Arte Mayor de la Seda, fue descendida rectamente desde el balcón del Colegio, cumpliendo con la tradición que dicta que no debe inclinarse. Este acto simbólico fue recibido con aplausos y vítores por parte de una multitud congregada para presenciar y participar en la procesión.
La Senyera, llevada al frente de la procesión junto con una reliquia de Sant Jordi custodiada por el Centenar de la Ploma, marcó el paso de la comitiva que avanzó sin incidentes hasta llegar a la Catedral de Valencia. Allí se llevó a cabo un acto religioso que no solo sirvió para conmemorar esta tradición patriótica, sino también para afirmar la fuerte conexión de los valencianos con sus raíces y tradiciones.
Este evento representa una afirmación de la identidad valenciana, una oportunidad para que los ciudadanos muestren su patriotismo y su devoción por Sant Jordi. El éxito de la procesión de este año es una prueba palpable de cómo las tradiciones, incluso aquellas olvidadas durante siglos, pueden ser revividas y fortalecidas por una comunidad que valora su historia y cultura.
Con cada paso de la procesión por las calles adoquinadas del centro histórico, Valencia no solo rindió homenaje a su santo patrono, sino que también se reconectó con un pasado glorioso, asegurando que las generaciones futuras continúen celebrando y respetando estas tradiciones profundamente arraigadas. Así, la procesión de Sant Jordi se establece no solo como un evento anual, sino como un elemento vital del patrimonio cultural de Valencia.
