El Girona se reencontró con la victoria en LaLiga con un 2-1 frente al Valencia que llega como agua de mayo. El triunfo, trabajado y sufrido, supone el primero del curso, corta la racha de colista con apenas tres puntos de 21 y consolida la mejoría de las últimas semanas con el tercer partido seguido sin perder. Llega además justo antes del parón de selecciones, un momento clave para tomar oxígeno y ajustar piezas sin la presión de la inmediatez.
Ventaja inicial y respuesta del Valencia
Carlos Corberán agitó su once con cinco cambios para frenar a un Girona cada vez más intenso, pero el plan visitante se deshilachó pronto. Los de Míchel mandaron desde el inicio con presión alta, recuperaciones cerca del área rival y circulación rápida pese a la baja de Ounahi. A los tres minutos, Portu ya tuvo el 1-0 tras un error en la salida de Agirrezabala; en la acción, Diakhaby cayó lesionado y fue relevado por Copete, un contratiempo que obligó al Valencia a reordenar su defensa.
El dominio local encontró premio en el minuto 18: Vanat cazó un balón suelto en la frontal y lo clavó en la escuadra, imparable para el meta che. El gol dio confianza a los rojiblancos, que siguieron ahogando la salida rival. La mala noticia fue la lesión de Alejandro Francés, que obligó a un cambio temprano y a reajustar la zaga. Aun así, el Girona continuó llegando con frecuencia, aunque sin la precisión necesaria en el último pase.
El Valencia, impreciso durante buena parte del primer acto, avisó con un tiro de Jesús Vázquez que atajó Gazzaniga y con una carrera de Danjuma que se marchó por poco. Tras el descanso, la entrada de Javi Guerra dio más empuje a los visitantes. Diego López estrelló un disparo en el travesaño y, acto seguido, empató en el 57 empujando en el área pequeña una acción nacida en otra arrancada de Danjuma por la izquierda.
Un final con sufrimiento y alivio
Con el 1-1, el duelo cambió de guion: el Valencia creció y el Girona dudó. En ese tramo apareció Gazzaniga con tres intervenciones clave ante remates de Javi Guerra, Tárrega y Correia, evitando la remontada. Cuando más apretaban los de Mestalla, el conjunto catalán se adelantó de nuevo a balón parado: en el 63, Agirrezabala rechazó un primer intento de Vanat y Arnau, atento al rebote, firmó el 2-1. La jugada requirió una revisión del VAR de cuatro minutos que añadió tensión al ambiente antes del estallido de Montilivi.
El tramo final fue de resistencia. Iván Martín vio la segunda amarilla en el 80 y el Girona se quedó con diez. Míchel cerró líneas, redujo riesgos y apostó por ataques más directos para estirar al equipo y ganar segundos. Valencia apretó con centros laterales y tiros lejanos, pero se topó con un bloque ordenado y con un portero inspirado. Con 10.867 aficionados empujando, el conjunto rojiblanco convirtió cada duelo y cada despeje en una declaración de fe hasta el pitido final.
Más allá de los tres puntos, el 2-1 refuerza una sensación: el Girona ha encontrado un plan competitivo que le permite sobrevivir en los momentos malos y golpear cuando se asoma la oportunidad. La victoria puede sacarle del descenso en función de otros resultados y, sobre todo, le da margen para trabajar durante el parón. En el otro lado, el Valencia acumula tres jornadas sin ganar y apenas un punto de 12 lejos de Mestalla, una tendencia que penaliza sus aspiraciones y que sus cambios no lograron corregir en Montilivi.
