El escritor Ferran Torrent ha renunciado al Premi de les Lletres Valencianes que recibió en 2023. Lo ha comunicado por carta al president de la Generalitat, Carlos Mazón, y fundamenta su decisión en una deriva académica e institucional que considera cada vez menos respetuosa con el valenciano, su presencia pública y su valor como lengua de cultura.
En la misiva, Torrent explica que aceptó el galardón cuando se le notificó el 8 de octubre de 2023 en Alicante. Lo hizo por el respeto que le merece el director general de Cultura, Miquel Nadal, quien le trasladó el reconocimiento, y porque entonces interpretó el premio como parte de una cierta normalidad política y cultural que podía sostener la dignidad institucional.
La lengua, eje del reconocimiento
Meses después, sostiene que esa normalidad se ha quebrado. Defiende que no es posible disociar las letras valencianas de la lengua que les da sentido y que el valenciano no puede relegarse a silencios burocráticos ni a criterios políticos que desnaturalicen su papel en la identidad colectiva. Con esa premisa, afirma que se ve obligado a renunciar, una decisión con la que subraya que un premio literario pierde coherencia si la política lingüística no garantiza la visibilidad y el prestigio del idioma al que se vincula.
El autor introduce una imagen a modo de símbolo: recuerda que el diploma del premio desapareció durante la riada asociada a la dana del 29 de octubre, que dañó gravemente su vivienda en Sedaví. A partir de ese episodio, sugiere que el reconocimiento había quedado en papel mojado, una forma de expresar que la distinción perdió significado en el contexto actual.
El Premi de les Lletres Valencianes le fue concedido por una trayectoria amplia y popular entre los lectores en valenciano, con títulos que lo situaron como una de las voces más leídas desde los años ochenta. Además de novela, ha firmado guiones y artículos, y a lo largo de su carrera ha recibido galardones como el Sant Jordi y el Nacional de la Crítica, y fue finalista del Planeta. Su renuncia no cuestiona los méritos literarios por los que fue elegido, pero sí interpela a la administración sobre el marco lingüístico e institucional que rodea a estos reconocimientos.




