Cada 9 d’Octubre los valencianos y valencianas celebran la festividad del Día de la Comunitat Valenciana. Se conmemora la entrada a la ciudad de València en 1234 del Rey de Aragón Jaume I El Conquistador.
La entrada de Jaume I a València sucedió después de la última defensa del Rey Musulmán Zayyan, tras años de asedio y luchas en las ciudades limítrofes. El 28 de septiembre de ese mismo año ser firmaba la rendición de la ciudad y el 9 de octubre Jaime I efectuba su entrada oficial por la puerta del Temple, y Zayyan seria quien abriría las puertas de Balansiya, que es como los árabes llamaban a la ciudad del Túria. La conquista del resto del Reino duraría todavía siete años más.
A pesar de su larga tradición, no fue hasta cien años después de la conquista de València, en 1338 cuando el Consell de la ciudad organizó una procesión institucional para pedir a Sant Dionisio el fin de la hambruna en la ciudad del Turia tras una temporada de malas cosechas en la huerta valenciana.
Tras esta celebración se propuso realizar la misma procesión cada 9 de octubre y se realizaba por dos motivaciones: la primera para dar gracias a Dios por la incorporación del Reino a la civilización cristiana y la más actual, por la constitución de un nuevo reino de todos los valencianos y valencianas bajo una misma identidad y bandera.
Con motivo de esta festividad los municipios y ciudades de las tres provincias valencianas: Castellón, València y Alicante, organizan diferentes actividades y actos como la Procesión Cívica de la Señera, la entrada de Moros y Cristianos y fuegos pirotécnicos.
Actos institucionales
Para celebrar la festividad de todos los valencianos se organiza el 9 d’Octubre la bajada de la señera, la procesión cívica y una ofrenda floral a la estatua de Jaume I. La primera procesión de la que se tiene constancia escrita data de 1338.
La baja solemne de la “Reial Senyera” desde el balcón del Ayuntamiento de València es uno de los momentos más esperados y emotivos por su tradición. La Señera se descuelga mediante cuerdas desde el balcón porque no puede inclinarse ante nada ni nadie, desde el año 1365 por orden del Rey Pedro del Ceremonioso. Mientras se baja suena el Himno y son disparadas las veintiuna salvas de honor.
A continuación, se realiza la procesión cívica con la presencia de entidades y todas las autoridades como el presidente de la Generalitat o el alcalde de València. Junto con la Señera se realiza un recorrido por las calles de la ciudad y que es presidido por los timbales del Ayuntamiento hasta llegar a la Plaza de Alfonso el Magnánimo, donde está la estatua ecuestre del rey Jaime I el Conquistador. Se realiza una ofrenda florar por parte de las autoridades y se vuelve con la Señera hasta la plaza del Ayuntamiento, donde se dispara una mascletà.
Sant Dionís
Coincide con esta fecha el día de Sant Dionís, el patrón de los enamorados valencianos. Tradicionalmente los enamorados regalaban a sus amadas la “Mocaorà”, que consiste en un pañuelo de seda anudado con un anillo y en cuyo interior había unos dulces típicos hechos de mazapán.
Cada año los pasteleros valencianos cocinan miles de estos dulces típicos, alrededor de 70.000 kilos de mazapán para elaborar unas 200.000 “mocadoràs” y que luego se regalan a sus parejas. Estos dulces consisten en los tradicionales pasteles denominados Piruleta y Tronado y pequeños mazapanes en forma de fruta y alimentos.
La mayoría de pastelerías de la ciudad de València y alrededores decoran sus escaparates con cientos de coloridas figuras de mazapán cada año, coincidiendo con la festividad. Además, el Gremio de Panaderos y Pasteleros de València celebra el concurso de Sant Dionís, en el que se elige la mejor mocadorà y el mejor escaparate de la ciudad.
Según cuentan, el origen se remonta a la entrada y conquista de València por parte de Jaume I. Las mujeres valencianas regalaron al rey, a su mujer y a los soldados frutas y verduras de la huerta de valenciana como obsequio, y se quedó, así como gesto anecdótico.
Asimismo, tal y como relatan algunos historiadores la mocaorà originalmente estaba hecha por dulces como turrón, pero en el año 1738 se prohibió el disparo de petardos llamados piruletas y tronadores, y el gremio de pasteleros decidió realizar unos dulces recordando la forma de estos objetos no permitidos para celebrar el quinto centenario de la conquista en el 9 de octubre.