València ha vivido días de ensueño, inmersa en la esencia de sus fallas, una tradición que ha llenado cada rincón de la ciudad con arte, pólvora y una atmósfera de fraternidad única. Los falleros, vecinos y visitantes de todas partes se han unido en una celebración que ha superado todas las expectativas, disfrutando de las maravillas creadas por las comisiones falleras bajo un cielo que este año se ha mostrado excepcionalmente generoso.
A lo largo de casi una semana, València se ha convertido en un escenario vibrante de cultura y tradición, donde los monumentos falleros, auténticas obras de arte efímero, han protagonizado la escena urbana. La participación y el entusiasmo han alcanzado niveles sin precedentes, con una plaza del Ayuntamiento que desde el viernes ha sido testigo de la magnitud del éxito de las Fallas 2024, un evento que ha congregado a multitudes ansiosas por ser parte de esta experiencia única.
Sin embargo, como todas las buenas historias, las Fallas deben llegar a su fin, y lo hacen con el ritual más emblemático y emotivo de la fiesta: la Cremà. La noche del día de San José se tiñe de luz y calor con el fuego que consume los monumentos falleros, en un acto de renovación y despedida. Este año, solo se salvarán de las llamas los dos ninots indultats, el infantil de Duque de Gaeta y el gran Ninot Indultat de 2024 de L’Antiga de Campanar, que además se ha alzado con el primer premio de la Sección Especial.
El broche final de las festividades lo puso una mascletà histórica a cargo de Pirotecnia Mediterráneo, un preludio perfecto para la Cremà. A las 20:00 horas, el fuego empezará a devorar los primeros monumentos, marcando el inicio de una despedida que se extenderá por toda la ciudad, barrio a barrio. Con la Cremà, València no solo cierra el capítulo de las Fallas 2024, sino que también renueva su compromiso con esta tradición ancestral, esperando ya con ilusión el retorno de la fiesta el próximo año.
