Rosalía, que el próximo viernes lanza ‘Lux‘, ha convertido la moda en una extensión de su música. Su estilo pasó del imaginario flamenco de sus inicios a códigos urbanos y ostentosos, vivió un punto de inflexión con el universo motero de ‘Motomami‘ y desemboca ahora en un minimalismo místico en blanco. La ropa no funciona como adorno, sino como lenguaje que hace legible cada etapa.
‘Una evolución que ha ido caminando en paralelo a sus proyectos musicales‘, resume el director creativo de Dominnico, firma que vistió a la artista en la gira de ‘El mal querer‘. Para él, la clave está en el propósito: ‘Es muy importante utilizar la moda para apoyar la narrativa que se quiere contar‘. Y subraya que Rosalía ‘no solamente destaca por su talento musical, sino por su gran sentido de moda‘. Lo que cambia de un disco a otro no es solo la paleta o las siluetas: cambia el relato visual que sostiene la música.
Del flamenco al ‘ratchet’
En 2017, con ‘Los Ángeles‘, la cantante muestra una estética de corte clásico con notas flamencas: prendas limpias, lunares pequeños y una sobriedad que enmarca la voz. Esa base evoluciona en 2018 con ‘Malamente‘, primer adelanto de ‘El mal querer‘, donde mantiene la esencia flamenca y la mezcla con un estilo chandalero de calle y polígono, pero sofisticado. La fusión de elementos tradicionales españoles —toros, flamenco, imaginería católica— con recursos urbanos crea un lenguaje propio reconocible.
Durante esa etapa, apuesta por diseños de Palomo Spain y Dominnico: encajes, volantes, flecos y bordados dialogan con deportivas voluminosas de suela gruesa y una manicura recargada con figuras de osos, gallegas o helados. La combinación de códigos elevados y de barrio la proyecta como referente de moda para la generación Z. También reinterpreta iconos del folclore: en la MET Gala 2021 luce un mantón de Manila como homenaje a Lola Flores, gesto que ella misma explicó en su Instagram.
En 2019, con ‘Con Altura‘ junto a J Balvin, sorprende con un giro hacia lo ‘ratchet‘: mezcla piezas de lujo con básicos baratos, suma estampados imposibles, grandes logotipos, cortes asimétricos y uñas XXL. Dominnico lo sintetiza así: ‘En esa época se ven una moda más ostentosa, bastante más descarada, más colorida, más fantasiosa‘. El guardarropa se relaja en formas —chándales, mallas y sudaderas muy amplias—, pero se intensifica en brillo y teatralidad, subrayando una identidad que mira al barrio y a la estética latina.
Motomami y el giro hacia lo místico
Con ‘Motomami‘ (2022) llega un antes y un después. La portada, con casco, abre un universo motero que se traduce en botas hasta el muslo, monos de piloto, cuero ceñido, minifaldas, chaquetas biker y gafas pantalla. La iconografía de la velocidad y la protección dialoga con la vulnerabilidad del cuerpo, reforzando la dualidad del proyecto. En paralelo, aflora una inclinación orientalizante: faldas tableadas de aire colegial, vestidos semitransparentes y moños pequeños a cada lado de la cabeza, que introducen una delicadeza casi ritual.
La nueva fase se define por el blanco. La artista acude a desfiles en París vestida de ese color y muestra incluso las axilas teñidas de blanco, un detalle que extiende el concepto a la piel. La imagen de portada de su próximo trabajo la presenta con una pieza blanca inspirada en el hábito de una monja, velo y elementos de camisa de fuerza, rematados por un halo que evoca un misticismo contemporáneo. No es solo una apuesta cromática: El blanco despoja, ordena y centra la mirada en el gesto y la silueta.
Ahora, a punto de lanzar ‘Lux‘, Rosalía se decanta por un minimalismo místico de estética religiosa y espiritual. El resultado es una narrativa más depurada, donde cada prenda actúa como símbolo y el exceso deja paso al silencio visual. Su trayectoria confirma que la moda, en su caso, no decora: articula el discurso, ancla referencias culturales y hace que cada era musical se reconozca a primera vista.



