El mensaje del cartel de este festival, obra del valenciano Kike Correcher, lo dice bien claro: Think, o sea, “pensar”, en valenciano y en castellano. Un verbo no siempre bien conjugado o no lo suficientemente. Y ese es el objetivo final de este tipo de cine, el documental, el cine de no ficción: hacernos pensar. Y en esta séptima edición de Docsvalencia, hay mucho donde elegir para ponernos a cavilar y reflexionar sobre el mundo en el que vivimos.
Durante ocho días, del 5 al 13 de mayo, el festival nos ofrece varias secciones con trabajos muy interesantes. En la sección Global Docs, de carácter internacional, podemos visionar cinco piezas, empezando por el trabajo del mexicano Alejandro Strauss, con el título “42.195”. El documental “Into the Ice”, de Lars Henrik Ostenfeld, nos habla del deterioro de los glaciares en el planeta, una consecuencia del cambio climático. En la misma sección podemos ver “karaoke Paradise”, una realización del director finlandés Eineri Paakkanen; “No place for you in our town”, del búlgaro Nikolay Stefanov; y “Werner Herzog, radical dreamer”, de Thomas Von Steinacker, que aborda la trayectoria del cineasta alemán.
El festival ha habilitado varias sedes para poder visionar los diferentes documentales, que pueden disfrutarse en los Cines Lys; en el Centre Octubre de Cultura Contemporánea; en la Filmoteca Valenciana; el Col-legi Mayor Rector Peset y La Nau.
La sección “Mirades “nos ofrece el trabajo de nueve documentalistas valencianos. Nacho Sierra presenta “Canción perdida”. Lucia Casañ nos sumerge en el mundo de la extracción ilegal del oro en Colombia con “El precio del oro”. También podremos disfrutar de los siguientes documentales: “Flores de tierra quemada”, de Sergi Tarín, Oskar Navarro y Katherine Muñoz; “Las tres muertes de Teófilo del Valle”, de Manuel Juan Navarro, sobre las movilizaciones obreras en Elda; “Naturaleza de lo extraordinario”, de Ligia Pájaro y Vicente Navarro, un poema visual sobre la relación entre lo ordinario y la Naturaleza; “Novelda-Japón”, de Alfredo Navarro Benito; “Sucro”, de Vicent Pons y Toni Lucas, sobre la contaminación en el rio Xúquer; “Toda una vida”, de Marta Romero, que trata sobre el problema del Alzheimer; y por último, “Yo tenía una vida”, de Octavio Guerra, que aborda la vida de Jesús, un mendigo que comienza un proceso de reinserción.
Entre los homenajes previstos, esta edición de Docsvalencia quiere recordar especialmente al director de origen valenciano Llorenç Soler, recientemente fallecido. Uno de los más interesantes cronistas de su época, los muy convulsos tiempos de la transición democrática. Su recuerdo comenzará con la proyección de “Contra el No-Do, Llorenç Soler o la pulsión por la honestidad”, de Albert Montón, que recoge su trayectoria vital y profesional y tres de sus trabajos documentales: “El largo viaje hacia la ira”, sobre la inmigración hacia Barcelona de los trabajadores del sur en los años sesenta; “Francisco Boix, un fotógrafo en el Infierno”, que narra la experiencia de Francisco Boix en el campo de Mauthausen en la segunda guerra mundial; y por último, “Del Roig al blau”, sobre el conflicto de la lengua en Valencia.
También hay un homenaje previsto al artista norteamericano Godfrey Reggio, cuya obra va más allá del documental para adentrarse en el poema visual y la experiencia sensorial.
Hay que dedicar una mención especial a la proyección de un documental fuera de concurso, pero directamente dentro de una realidad que vivimos cotidianamente: la libertad de prensa versus la seguridad del Estado. Se trata del documental “A figth for justice”, del director Ben Lawrence, que relata la odisea del activista Julián Assange, preso en Inglaterra, y sujeto a una orden de extradición a Estados Unidos, donde la justicia norteamericana le puede condenar a más de ciento cincuenta años de cárcel.
Si el cine, según algunos, es una fábrica de sueños, el documental es el género que nos hace despertar.
