Valencia respondió al desastre de la DANA frente a la incomparecencia de las autoridades. Miles y miles de personas se han lanzado a la calle para ayudar a todo aquel que lo necesite. La marea de personas caminando por las carreteras, entre los coches amontonados, con bolsas para llevar alimentos y agua, ha dado la vuelta al mundo. Asociaciones, profesionales, agricultores, todo el mundo está poniendo de su parte.
Bueno, todo el mundo no. Las personas que están allí se preguntan ¿dónde está el ejército?, ¿dónde están las autoridades organizando todo esto? Se sienten solos y abandonados por las personas que deberían tomar las riendas y poner los medios necesarios para ayudar. Mientras ellos hacen declaraciones, los voluntarios están sacando coches de las calles con sus propios vehículos particulares. Mientras ellos dicen que tenían mal la información, personas con barro hasta las rodillas caminan kilómetros para llevar una botella de agua a los ancianos encerrados en sus propias casas.
Y, por fin, alguien decide hacer lo que tendría que haber hecho desde el minuto 1 de la catástrofe: tomar las riendas. Se convocó a todos los voluntarios en la Ciutat de les Artas de València para organizar a la gente. Más de 100.000 personas han acudido y decenas de autobuses están listos para acudir a los pueblos más afectados.
Cuando, de repente, muchos se dan cuenta de que los están mandando a limpiar el Centro Comercial el Saler, otros al Bonaire. En lugar de ir a donde la gente se está muriendo, van a limpiar tiendas.
Como es de esperar, la indignación entre los voluntarios ha sido enorme. Los autobuses se han bloqueado porque ellos quieren ir a ayudar a las personas. Saben que hay mucha gente que no tiene nada. Hay numerosos muertos, pero los vivos que quedan están absolutamente desamparados, sin poder siquiera salir de sus casas, sin agua y sin luz. Ellos son los que necesitan ayuda y por eso es por los que los voluntarios salen a la calle. No para limpiar tiendas.
Y, además, la Generalitat ha comunicado que ya tienen suficientes voluntarios y que vengan el domingo. ¿De verdad todas las personas afectadas van a ser ayudadas con la gente que hay hoy?
La sensación entre los voluntarios es de indignación. Las autoridades han llegado tarde y mal. Todos siguen esperando al ejército, la maquinaria para quitar coches de las calles, helicópteros suministrando víveres. Pero allí no llega nada.
Allí lo único que hay son las manos cansadas de los voluntarios ayudando a quien más lo necesita.