miércoles, 19 marzo 2025

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Sánchez, el FLA y el pequeño Dani

El pequeño Dani tiene 4 o 5 años. Cada mañana lo bajan al primer sótano. Allí donde están las máquinas de radioterapia de La Fe. Dani ‘el Calvito’ casi siempre va medio dormido; una pequeña isla en medio de su gran cama de hospital. Dormido o, quizá, medio sedado. Cualquiera que viera a Dani sentiría cómo se le estruja el corazón. Igual que una esponja. Lo peor es que Dani no parece importarle a nadie, o a casi nadie, en Madrid.

El coste del tratamiento de Dani no será barato. Pero nunca será caro. Nuestra sociedad, sí o sí, posee la obligación moral de prestárselo. Entre todos. La administración que paga las facturas de la radioterapia del pequeño Dani es la Generalitat. Pero a la Generalitat no le llega suficiente dinero desde Madrid, donde se reparten los presupuestos autonómicos. 

Lo peor de todo es que la salud de Dani no parece importar mucho por el palacio de la Moncloa. Ni tampoco en la sede del Ministerio de Hacienda, por la calle de Alcalá. Con la falda ‘almidoná’. Menos aún por el paseo de la Castellana, 162, a 7 minutos andando del Bernabéu. Si es que alguien va caminando desde ese estadio hasta el ministerio de Economía. Dudosa hipótesis y, más teniendo en cuenta que Economía pinta menos en esto que Hacienda.

Ni a Sánchez. Ni a Montero. Ni a Calviño. Ni a nadie responsable de eliminar este año el Fondo de Liquidación Autonómica. Ese FLA extraordinario con el que una ya asfixiada y extremadamente infrafinanciada Generalitat hace, hacía, malabares para abonar las facturas de curar a Dani. Pero tampoco deben de pensar en el pequeño Dani, ni en los otros danis del General de Castellón o del hospital de San Juan de Alicante, sus señorías Morant, Micó, González, Ábalos, Soler, Sánchez. Todos ellos diputados o senadores por Alicante, Castellón o Valencia. De distinto pelaje y color político. Poco o nada se les oye sobre el FLA. Y a quienes sí lo reclaman, más deberían. 

Porque una buena parte de esos senadores y diputados por Castellón, Valencia y Alicante mantienen en sus despachos a Sánchez. A Montero. A la propia Morant en su despacho ministerial, que también está en la Castellana, 162. Mientras, Dani sufre las apreturas presupuestarias de la Comunitat Valenciana.

Y el caso de Dani es el mismo que el de Josefa (esta sí, con nombre ficticio). Ella, caso real, a sus más de 60, cada día baja en la parada de metro de Ángel Guimerá. De allí, en bus para ir a su centro de día. Bona Gent se llama. La asistencia social de Josefa, gestionada por la Generalitat, también salía de esos 3.000 millones del FLA. Ese dinero que ya no mandan desde Moncloa, la Castellana y Alcalá. Y la educación del pequeño Vicent, que se quedó sin cole en Benetússer.

Veremos si se habla también del FLA en la próxima reunión del Consejo de Política Fiscal y Financiera. Ese 26 de febrero, en principio, se hablará de una quita o condonación de la deuda de las autonomías. O eso ha dicho la ministra Montero. Una deuda histórica en el caso valenciano, un agravio comparativo, endémico, con la Comunitat. O contra esta Comunitat. Veremos qué tal sale de allí esta vez la consellera de Economía y Hacienda, Ruth Merino, muy comedida en otras cosas. Y muy beligerante en este asunto.

Pero oigan. No le hablen de quitas, de condonaciones o de FLA al pequeño Dani. Y lleguen a una solución definitiva. Ya. Que bastante tiene el calvito.

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